La coparentalidad se define como la situación en la que los padres de un niño comparten las responsabilidades de cuidar y criar al niño, incluso cuando están separados o divorciados. Esta dinámica no se limita únicamente a parejas que han convivido, ya que también puede aplicarse a casos en los que nunca han compartido un hogar o una unión conyugal.

En muchos sentidos, las relaciones de coparentalidad pueden compararse con las relaciones profesionales que tenemos con compañeros de trabajo. En ambos casos, existe una tarea que realizar, y para lograrla de manera efectiva, es necesario establecer una buena comunicación y colaboración.

Así como en un entorno laboral, es probable que surjan desafíos que requieran la discusión y la búsqueda de soluciones conjuntas entre los padres. Además, cada progenitor puede tener responsabilidades individuales aparte de las compartidas.

Sin embargo, ¿qué ocurre cuando la coparentalidad no funciona? En algunas situaciones, las relaciones de coparentalidad pueden tornarse tan conflictivas que incluyen acoso, amenazas, insultos y otros comportamientos negativos, lo que hace que la coparentalidad efectiva resulte casi imposible.

La comunicación se quiebra por completo en ocasiones, y a veces la relación simplemente no puede ser salvada. Esto se debe a que no siempre es factible trabajar de manera eficiente con la otra persona, lo que, a su vez, genera más problemas.

Existen varias razones por las que la coparentalidad puede no ser viable. A pesar de haber comenzado como una relación de coparentalidad exitosa, pueden surgir cambios debido a la influencia de terceros, como amigos, nuevos cónyuges o familiares, que alteren la dinámica original.

Esto es especialmente común cuando uno de los progenitores se vuelve a casar y debe tener en cuenta al nuevo cónyuge en las decisiones relacionadas con la crianza de los hijos. Además, la coparentalidad puede no ser la mejor opción si la relación entre los padres es tóxica o abusiva.

En tales casos, la alternativa más saludable suele ser limitar el contacto con el otro progenitor y enfocarse en garantizar la seguridad y el bienestar de los niños.

Cuando uno o ambos progenitores no pueden superar el enojo o el resentimiento hacia el otro, es probable que la coparentalidad no funcione. Esto se debe a que emociones negativas obstaculizan la comunicación constante y la colaboración necesaria para la coparentalidad exitosa.

Tanto la coparentalidad como las relaciones de pareja requieren una colaboración efectiva. Si la falta de colaboración era una característica predominante en la relación de pareja, es poco probable que cambie en una relación de coparentalidad.

Entonces, ¿qué hacer cuando la coparentalidad no es posible?

La crianza paralela puede ser la solución en estos casos. Existen diferencias fundamentales entre la crianza paralela y la crianza compartida. La crianza compartida implica una comunicación regular y colaboración para satisfacer las necesidades del menor, mientras que la crianza paralela minimiza o elimina la comunicación entre los padres.

En la crianza paralela, cada progenitor adopta un enfoque autónomo para criar al niño durante su tiempo con él. Las responsabilidades y decisiones están claramente separadas, y los padres no participan en eventos escolares o citas relacionadas con el niño, a menos que sean cuestiones importantes, como la atención médica.

La crianza paralela es, en esencia, lo opuesto a la crianza compartida. Tiene como objetivo evitar conflictos entre los progenitores, permitir que el niño mantenga una relación positiva con cada uno de ellos y reducir comportamientos destructivos.

Algunos de los beneficios de la crianza paralela incluyen la reducción del estrés tanto para los padres como para los hijos, la disminución de los conflictos entre los progenitores, la protección del niño de la discordia entre los padres y la posibilidad de que el niño mantenga una relación con ambos progenitores a pesar de los conflictos entre ellos.

Además, brinda a cada progenitor la autonomía para criar al niño según su propio estilo y normas familiares. También permite que ambos progenitores tengan más tiempo y espacio para superar la ruptura de su relación anterior.

Es importante recordar que, aunque en la crianza paralela la comunicación entre los padres es limitada o nula, aún es esencial hablar sobre cuestiones que afecten al niño y colaborar en la toma de decisiones en su mejor interés.

En resumen, si la coparentalidad se vuelve insostenible debido a conflictos o problemas persistentes, la crianza paralela puede ofrecer una solución que permita a los padres y al niño vivir de manera más armoniosa y saludable.

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